viernes, 16 de mayo de 2014

Psicología emocional.




El experimento de Milgram (1961)

Stanley Milgram con su máquina de electrocutar falsa.

En julio de 1961, el teniente coronel nazi Adolf Eichmann, responsable directo de la solución final en Polonia, fue sentenciado a muerte en Jerusalén. Como muchos de los militares nazis, Eichmann alegó que no sabía lo que estaba haciendo, pues sólo se limitaba a seguir órdenes. Al psicólogo Stanley Milgram, de la Universidad de Yale, le asaltaron entonces varias preguntas: ¿podía Eichmann estar diciendo la verdad? ¿Eran los militares nazis conscientes de lo que hacían? ¿Puede una persona normal cometer barbaridades sólo porque la autoridad se lo ordena?
 
 

Para averiguar el papel que juega la obediencia en nuestro comportamiento Milgram diseño un experimento en el que participaban tres personas: un “investigador”, un “maestro” y un “alumno”. Los “maestros” fueron reclutados a través de un anuncio en el que se pedían voluntarios, remunerados, para participar en un “estudio de la memoria y el aprendizaje”. Los “alumnos” eran estudiantes de Milgram, compinchados.

Al comenzar el experimento el “investigador”, un colaborador de Milgram, se reunía con los dos participantes del estudio y les hacía creer que estaba repartiendo los roles al azar. Tras esto, explicaba al “maestro” que cada vez que el “alumno” contestara erróneamente una pregunta tendría que apretar un botón que le provocaría una descarga eléctrica. Cada vez que el “maestro” castigaba al “alumno” éste simulaba que se retorcía de dolor. A medida que avanzaba el experimento, el "investigador" iba pidiendo al"maestro" que aumentara la potencia de las descargas y el "alumno" iba elevando su interpretación, golpeando el cristal que le separaba del "maestro", pidiendo clemencia, alegando su condición de enfermo del corazón, gritando de agonía y, a partir de cierto punto (correspondiente a 300 voltios), fingiendo un coma.

Milgram y sus compañeros pensaban que la mayoría de los “maestros” se negarían a continuar en el experimento pasado cierto punto, pero descubrieron que la insistencia del investigador para que siguieran aplicando las descargas tenía un tremendo efecto sobre los sujetos: el 65% de los participantes llegaron a aplicar la descarga máxima, aunque se sentían incómodos al hacerlo, y ninguno se negó rotundamente a aplicar las descargas hasta alcanzar los 300 voltios.

El experimento fue todo un éxito a nivel académico y dio pie a decenas de investigaciones, pero fue muy criticado por lo poco ético del mismo, algo que se puso de manifiesto dada la grabación de un vídeo documental sobre todo el proceso. Los resultados del experimento, y las reflexiones sobre este, fueron sintetizados por el propio Milgram en su libro Obediencia a la autoridad(1974), un clásico absoluto de la psicología social. 
 

 

domingo, 11 de mayo de 2014

Psicología inversa

Psicología inversa – ¡IMPORTANTE! ¡NO LO LEAS!


  
Si estás leyendo esto, o bien es porque te interesa la psicología inversa o porque al leer que no tenías que leerlo, has sentido curiosidad y no te has podido resistir. Esto es la psicología inversa.
Todos conocemos popularmente que es la psicología inversa, pero la realidad es que detrás de ella se esconden grandes terapias. La psicología inversa es una técnica de intervención psicológica que juega con la sorpresa. Fue desarrollada por Viktor Emil Frankl, un psiquiatra austríaco judío, que sobrevivió al holocausto en campos de concentración como el de Auschwitz. También fue el impulsor de la conocida Logoterapia.
Para poder entender bien la psicología inversa, es importante entender antes otro concepto como es, la Reactancia. La Reactancia, es una activación motivacional que conduce a la persona a intentar restaurar su libertad de acción cuando siente, que se amenazan ciertas libertades en su conducta. Es decir, cuando nos piden que hagamos algo que no encaja con nuestros esquemas mentales, es considerado como una amenaza a nuestra libertad y nos negamos a hacerlo o hacemos lo contrario. Esto es debido a que se produce un cambio de percepción. Infravaloramos las conductas permitidas y sobrevaloramos las conductas prohibidas.
 
psicología inversa

Por lo tanto la psicología inversa (o técnicas de intervención paradójica) juegan con ese principio. Pedir de forma directa o indirecta aquello que queremos conseguir. Esta técnica, es muy utilizada en obsesiones, fobias, ansiedad, psicología infantil…
Un ejemplo de esta técnica a nivel terapéutico, seria con el problema del insomnio. Cuando a un paciente se le pregunta por qué no puede dormir, te dice que no lo sabe, pero que no puede dormir. La consigna será, que cuando vaya a dormir en lugar de intentar dormirse, tiene que intentar mantenerse despierto el máximo de tiempo posible. Se dormirá.
Cuando nos dicen que no podemos hacer o tener algo, solemos tener 3 respuestas:
  • Lo deseamos aún más.
  • Nos rebelamos para defender nuestra libertad.
  • Nos enfadamos con la persona que limita nuestra libertad.
Es decir, como si volviéramos a ser adolescentes. Cuantas veces para hacernos los interesantes, le hemos dicho a otra persona “Te iba a contar una cosa, pero mejor no”, en ese momento esperamos que la otra persona nos haga caso y nos insista para que cambiemos de opinión y se lo contemos, pero si a diferencia alguien nos dice “de acuerdo, como quieras”, la perspectiva cambia y ahora somos nosotros los que tenemos más ganas de contárselo. Si, la psicología inversa ha funcionado con nosotros.
¿Pero la psicología inversa afecta igual a todas las personas? La respuesta es no. Se ha demostrado que funciona mejor con las personas que tienen problemas para aceptar la autoridad. Por tanto, tendrá menos eficacia, con aquellas personas que suelen acatar las normas sin cuestionarse las cosas.
Existen una serie de factores que hacen aumentar la reactancia psicológica de las personas, y en consecuencia más efectiva será la psicología inversa:
  • La expectativa de libertad: cuanto más libre se sienta la persona, más aumentará su reactancia psicológica.
  • La fuerza de la amenaza: cuanto más fuerte sea la amenaza percibida, más aumentará la reactancia psicológica.
  • La importancia que se le da a la libertad y la implicación con otras libertades: Contra más importancia le demos al concepto de libertad y más afecte la restricción a otros ámbitos de nuestra vida, más aumentará la reactancia psicológica.
  • La legitimidad de la amenaza: Si la amenaza procede de una fuente importante de autoridad, la reactancia será menor, ya que normalmente se acatan con más facilidad las normas impuestas por personas con un estatus superior al nuestro.
Aunque nos parezca una técnica cotidiana que podemos usar con facilidad, hay que ir con mucho cuidado, puesto que podemos hacer que se sientan engañados y causar inseguridad en los demás.
Esta técnica resulta muy útil en los niños ya que son fácilmente manipulables. Pero hay que ir con muchísimo cuidado, ya que si los acostumbramos a los engaños, el efecto sorpresa perderá valor para ellos y harán lo que quieran, dejando así de respetar la autoridad. Que un niño crezca pensando que manipular a los demás para conseguir lo que nosotros queremos es lo habitual, no es adecuado

Teoría de la reactancia

Teoría de la Reactancia Psicológica

Comentamos en la entrada sobre el libro Influence, de Robert Cialdini, que uno de los principios utilizados por los vendedores para llevarnos a comprar sus productos es el de la escasez, nos atrae especialmente todo lo que es escaso y lo que sentimos que podemos perder para siempre. Cuando el vendedor pone una fecha límite o sabemos que un producto es el ultimo y no quedan más unidades nos sentimos impulsados a comprarlo. Pero hay otra razón por la que funciona el principio de la escasez: a medida que las oportunidades están menos disponibles, nosotros perdemos libertades. Odiamos perder libertades de las que ya disfrutábamos. Este deseo de preservar nuestras prerrogativas establecidas es la piedra angular de la Teoría de la reactancia psicológica desarrollada por el psicólogo Jack Brehm
Jack Brehm

Según esta teoría, siempre que una elección libre es limitada o amenazada, la necesidad de mantener nuestras libertades nos hace desearlas (así como los bienes y servicios asociados a ellas) mucho más que antes. Por lo tanto, cuando aumentar la escasez -o cualquier otra cosa- interfiere con nuestro anterior acceso a un objeto, “reaccionaremos en contra” de la interferencia deseando y tratando de poseer el objeto más que antes. Aunque es una teoría muy simple, podría ser aplicable a una gran parte de nuestra conducta y sería también interesante saber cuándo empieza la gente a mostrar ese deseo de luchar contra las restricciones de sus libertades.

Los psicólogos infantiles han rastreado esta tendencia hasta la edad de los dos años, una edad que muchos padres llaman “los terribles dos”. Muchos padres dicen que observan esta conducta en sus hijos alrededor de esta edad. Los niños de dos años parecen ser unos maestros en el arte de la resistencia a la presión externa, especialmente la de los padres. Diles una cosa, y harán la contraria. Dales un juguete y quieren otro, cógeles en brazos en contra de su voluntad y se retuercen hasta que les vuelves a dejar en el suelo, ponles en el suelo en contra de su voluntad y lucharán para que les lleves…

Hay un estudio en niños de 24 meses de edad de media que capta muy bien el estilo psicológico de los terribles dos. Se introduce a los niños acompañados de sus madres en una sala que contenía dos juguetes igual de atractivos. Los juguetes se colocaban siempre de la misma manera, uno estaba disponible y el otro detrás de una barrera transparente de plexiglás. En un caso la barrera de plexiglás era baja y no impedía para nada el acceso al juguete, pero en la otra situación la barrera era más alta y lees impedía el acceso, de manera que tenían que dar toda la vuelta a la barrera para acceder a él. Los resultados fueron muy claros. Cuando el juguete estaba disponible, los niños no mostraban una preferencia especial por él, pero cuando la barrera suponía un obstáculo, los niños iban directos hacia ese juguete contactando con él tres veces más rápido que con el juguete sin obstáculos. los niños mostraron la clásica respuesta de los “terribles dos”: desafío abierto. Hay que decir que las niñas no mostraron en este estudio la misma respuesta de resistencia a las barreras que los niños. Otro estudio sugiere que no es que las niñas no se opongan a las limitaciones de sus libertades sino que ellas muestran reactancia cuando las restricciones vienen de personas y no del medio físico.

¿Por qué emerge la reactancia psicológica a los dos años? Quizás la respuesta tenga que ver con un cambio crucial que la mayoría de los niños sufren en este periodo. Es entonces cuando se reconocen a sí mismos como individuos, como seres separados. Este concepto de autonomía, en desarrollo, trae de forma natural con él el de libertad. Un ser independiente es un ser que realiza elecciones. Un niño con esta nueva comprensión de que es un ser independiente quiere explorar el alcance de sus opciones. La tendencia a luchar por sus libertades y en contra de las restricciones podría entenderse como una búsqueda de información. Buscando los límites de sus libertades los niños descubren en qué parte del mundo van a ser controlados y en qué parte de él ellos son los que pueden controlar. Y los padres sabios son los que les van a proporcionar una información consistente.

Aunque los dos años sea una época de mucha reactancia psicológica, mostramos tendencia a reaccionar a las restricciones  de nuestras libertades durante toda nuestra vida. Otra edad que destaca porque la reactancia toma una forma especialmente rebelde es la adolescencia, los teenagers. Cialdini comenta que un vecino le dijo una vez que “si quieres que un adolescente haga algo tienes tres opciones: hacerlo tú mismo, pagarle por que lo haga, o prohibirle que lo haga”. Igual que a los dos años, este periodo se caracteriza por una emergencia del sentido de individualidad. Es el paso desde niño, sometido a control parental, a adulto, con todos los derechos y deberes correspondientes (bueno, ellos se fijan más en los derechos y menos en los deberes). No es sorprendente por tanto que imponer la tradicional autoridad paterna en esta edad se a menudo contraproducente, los adolescentes lucharán y se resistirán a estos intentos de control.

Nada ilustra mejor el efecto boomerang de la presión paterna en la adolescencia que el "Efecto de Romeo y Julieta": como en el caso de Romeo y Julieta, cuanto más se oponga la familia a la relación, más apasionamiento van a mostrar los jóvenes. La interferencia paterna provoca una reactancia psicológica, como se pudo observar en un estudio con 140 parejas de Colorado. Cuando la interferencia paterna disminuía, también lo hacían los sentimientos amorosos. Esto no quiere decir que la moraleja del efecto Romeo y Julieta es que hay que aceptar las elecciones de los adolescentes. Este inicio de los mismos en el delicado juego amoroso les puede llevar a cometer graves errores pero el consejo para los padres es que utilicen herramientas de influencia de adulto (preferencia y persuasión) y no las formas tradicionales de control parental (prohibiciones y castigos). Aunque el caso de Romeo y Julieta es una ficción extrema, sí se  puede producir en la realidad el recurso de los jóvenes a la clandestinidad, la mentira y el engaño.

Hay un matiz interesante en este hecho de la reactancia psicológica. Como estamos comentando, cuando por la pérdida de una libertad previa algo -lo que sea- está menos disponible, lo deseamos más. Pero nosotros no somos conscientes de ello. Es decir, no nos damos cuenta de que nuestro deseo aumentando se debe precisamente a su escasez, a la restricción. Entonces, como notamos que lo queremos más, que lo deseamos más, para dar cuenta de ese deseo aumentado lo que hacemos es atribuir cualidades positivas al objeto (lo cual no es real, porque el objeto es el mismo de antes y no ha cambiado en absoluto). Y esto ocurre no solo con objetos, sino también con la información. Es muy interesante lo que ocurre cuando se censura información